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Mostrando entradas de febrero, 2015

Una parte de mi cuerpo.

Mamá siempre entendió mejor mi pelo. Jamás supe peinarlo, los rulos por doquier, la textura desmoronada, el frizz. Mis peinados, represores, dejan enorme mi frente. Mi mamá y mi pelo se amaban mejor: he pasado tardes trepada a los árboles jugando a la mona (cabeza abajo confiando en las rodillas) ramitas sosteniendo el peso. Los peinados de mama resistían la danza alocada de los rulos, mamá me dejaba siempre linda y libre. Incluso miraba al revés, todo, los pastos de las colinas en San Carlos eran mi cielo verde de locura y el pelo libre dejaba combinar con la arena de debajo de las hamacas. Hasta la tierra le sentaba al pelo tocado por mamá. Acaso porque se conocieron primero. Mamá siempre sabe más. En esas épocas siquiera osaba yo  mirarme en el espejo  y ya creía en cambio, gracias a ella,  que era hermosa y libre también.