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Mostrando entradas de junio, 2014

El rescate.

Lo oscuro la cara mi pecho, que se cierra, se cierra. El brazo primero que se estira y abraza la cintura presiona el aire que no llega a abrir el esternón. Lo oscuro, en el otro brazo, acuna su cabeza; los rulos en lo negro ya no brillan. El tercer brazo se yergue abriéndose paso entre lo negro quiere rescatar al aire, meterse por su boca, abrirlo por dentro. El tercer brazo, poderoso, alcanza la cara de esa ajena de rulos negros reposantes traidores del brazo segundo. Sus dedos rozan al fin la frente sudada los ojos abiertos ya con lágrimas la nariz obstruida los labios siempre juntos la cara ajena. La entera mano tercera se apoya parcialmente en la cara. Se mueve a los lados para ver a la niña que no logra llorar del todo. La mano ve qué linda es la nena oscura, le presta una caricia que le dice que la conoce en la luz del mundo de las manos. Lo oscuro deja ver las manos iluminando rostros con el tacto. Lo oscuro la cara desnuda, el re

A r t é x t a s i s.

Me dice que dentro del tiempo de sus oídos compone canciones mentales. Que las escribe pentagramáticamente. Que la tinta del sonido que el lenguaje musical emana comienza  con movimiento armonioso el oleaje de las notas atrevidas. Que los siete colores danzantes del oleaje corpórea y simultáneamente la penetran en los cinco orificios sensitivos. Que la difuminan mientras se abre con el sabor lingüístico del azul-sol. Que, luego, toda su música sexual no aflora de su mente. Que se exilia y vuelve a ella. Y es la mente misma. Que su cuerpo todo, placentero se desvanece tras abrirse y estallar/tras volverse a cerrar en el pecho ceñido (que por fin cae y golpea metálicamente contra el suelo).

La longevidad en círculos.

Después de matarme corro a la cocina... Innumerables veces muero y me despojo. La muerte no conoce la memoria ni los tiempos. Muero entonces entre y sin segundos o el cuerpo anclado. Despojo de mi sexo y sus deseos dejo de saberme un animal. Despojo de los verbos y los nombres nada me atraviesa. Desde el no lenguaje alcanzo a vislumbrar hasta el más ínfimo detalle del mundo que la humanidad se olvidó de mencionar. En la muerte encuentro. No soy pero existo en todo. Y si muero primero como hoja crujiente en otoño, muero luego también como una hormiga incinerada bajo la lupa veraniega de algún niño asesino (que también es yo)... Después de matarme corro a la cocina porque me llaman a almorzar. ...El cadáver del pollo que adorna la mesa sin pudor fue mío también durante el pasado invierno congelado del criadero.