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Mostrando entradas de 2013

La visita.

En el día de ayer, liberé al canario número cien. Elegí las cinco de la tarde (horario cumbre de arribo a la casa de mi abuela). Él o ella volaba con gran ímpetu y dificultad hacia la rama del árbol más lejano y su aleteo de merienda me acercó el inconfundible aroma; recién con él tuve la ocurrencia de mirar mis manos (casi como siempre). Supe las veces que ellas me gritaban que hiciera algo cuando yo miraba a los canarios, mientras ellos me hablaban con su canto hermoso; subiendo y bajando, subiendo y bajando, subiendo y bajando de un palito al otro, chocándose con sus compañeros de celda, esquivándose, buscando un poco de intimidad. Todos creían que iba directo al lavadero porque amaba los animales y me gustaba admirarlos cuando, en realidad, yo no sonreía sino con mucha tristeza porque algo andaba mal. ¡Los amaba! Aunque a sus ojos era una enemiga más. "Somos los reyes", me decía la iglesia en mi cabeza… ¡Qué sitio tan repleto de iglesia era ese! Me acercaban una co

El tren como serpiente.

(Yo la he visto en el punto en el que se fusionan el ojo y el cerebro y el cerebro a la mente. La concepción de la visual: ojo el espermatozoide, óvulo el cerebro.) Muy orgánica estabas en mi puntito minúsculo porque eras mujer. Una mujer en un tren. Lo sé. Yo te vi subrayando las mismas palabras que yo, el poemario tan caótico en tu pecho de respiración agilizada. Tus líneas bajo las palabras: otoño sombra tiempo eternidad. Estabas subrayando un poemario en un tren y lo ensuciabas entero, con tu pulso torcido. Los círculos envolviendo los adverbios que nunca concluías. Ahora yo te sobresubrayo, estática, sobre la mesa plana. Devuelvo el orden, prolija, a tu caótica lectura de tren en marcha. Ya no quedan rastros de vos. Es mía, ahora, tu lectura.

A la pueta se le raspan las rodillas.

1(997) La mariángeles. El nicolás. La gimena. Los gurisitos quieren salir a juar. Las una.        Las dos.               Las tres. El círculo inquieto en el centro de la siesta. Más allá de la jaula el sol calienta la niñez: Árida la vereda insolada del noventaysiete. La vereda encielada a los gurisitos encandila: Les hace agua en los ojitos. Se les hacen agua los pies. Las tres.            Las cuatro.                           Las cinco. La impaciencia descansada en el centro de la leche. La merienda los deja juar. La merienda les abre la jaula: Las tres patitas ya se escuchan chapotear (la mariángeles, el nicolás, la gimena) sobre el cemento caliente de aliento solar. Juegan a la mancha sobre una calle de tierra. Abajo de la tarde se les curte la piel (Las cinco...                 Las seis...                            Las siete...)                                          Un poquitito más. 2(002) Allá! Dentro del mund

Dios está en las gotas.

Para Gimenita Camino deambulo atardezco en la humedad molesta into the raindrops caigo desciendo anochezco into the raindrops en la humedad molesta. Se me empañan las pestañas chau visual, chau, chau, adiós vayas. Me pongo en posición fetal into the raindrops húmeda, húmeda gotita insignificante de lluvia me pongo en posición fetal para ahogarme luego luengo cuerpo enrostillado. Caigo, caigo muerta into the raindrops multiplicada infinitamente cuando ya soy un cadáver fetal en gotas de lluvia: Gotitas de sudor, mías del cielo cuando coge con dios, los ángeles y los arcángeles y los poetas que mueren atardecen dentro de sus gotitas lacrimales. Gotitas de tinta negra. Gotitas de tinta azul. Gotitas de lluvia. Gotitas de sudor del cielo cuando coge con dios.

Amar en sepia.

Cierre los ojos los ojos cierre nomás. Figúrese, qué amarillo el cielo está, qué otoñal el suelo que sus pies besan. Qué cálida brisita le vuela la capelina y el vestido de domingo. Figúrese usted, qué día atrevido y seco le roza la entrepierna peluda. Mis ojos se cansan a veces de verle la piel desértica, señorita, rozada por árboles, pastos, flores, zapatos, ropas, calles, verdulerías todo amarillento. Figúrese cómo el arcoiris que a mi boca circunda, podría hidratarle la mano con un beso. Cómo la humedecería, damicela, con mis manos de pincel y mi vagina de acuarelas.

Lo insípido.

No quisiera que algún día lo sintieras. Eso de las manos congeladas blanquísimas muertas. Eso de la nariz sin olfato seca muerta. Sí, no se siente. Horrible. Todo escapa. No se siente horrible el extrañamiento desde la vista hacia las manos insensible-s. Desde las manos hacia la nariz inolfatente. Todo toco          veo irse. No estar. No haber estado. No haberse ido. La carencia absoluta de movimiento. No lo sientas, no lo sientas nunca. Lo blanco es horrible,                 es insípida la ceguera blanca. Verme el cuerpo blanco en el ataúd de las sábanas frías. En el ataúd de las manos insensibles                    de las narices inolfatentes                         la poesía intermitente                         las hojas impenetrables                     de ataúdes muertos. No lo sientas nunca.

Paradise fingers (poema pato)

Y si arrancaran mis dedos ya estarían en la cumbre de los cielos dedísticos: dos cielos índice con uñas de esmalte despintado, dos negritos sucios por rasquetear desprolijos la tierra poética. Dos cielos delicados de meñiques quebrantables y modales europeos. Dos gordísimos de desayunar y mezquinar y atragantarse con poemas por la mañana. El cielo para el soltero, el cielo para el casado. Dos cielísimos mayores, rebeldes y elevados. (Paraísos fuck you, paraísos fuck you, sí). Y si arrancaran mis dedos, solos, se irían mis manos como dos arañas gigantes moviendo sus patitas rápido, bajando el picaporte, abriendo la puerta, dejando abierta toda mi casa inmensa; y yo me quedaría manca viéndolos trepar egoístas por las paredes, llegar a sus cielitos y pintarrajearse de identidad multicolor. Divorciarse para siempre de mi cerebro machista y sobreprotector.

Nightmares.

No entiendo ¿por qué me miran así y sonríen asi? No lo entiendo ¿me estoy muriendo? ¿es la muerte que ya me abraza? No entiendo por qué se acercan así y no respiro ya. Abarcan el oxígeno a mi alrededor con sus sonrisas centelleantes de paletas lisitas y sonríen. Me muerden despacito con su felicidad y su dióxido de carbono feliz me ahoga y me muero finalmente. Sí, era eso sí, era eso. Nightmares.

Azul de algún francés.

Los pies corrían como el tren sobre lo blanco del pentagrama leyendo entre líneas perfectamente rectas jugando a no pisarlas las atravesaba con un canto lastímero y azul. Sabiendo lo que dolería al subir realmente cuando eso azul acabase y succionara todo de su aliento, frenara su corrida impetuosa y vomitara todo el arte en forma de arcoiris dicromático. Cuando los talones de sus pies en el alto inminente esparcieran el polvo blanco de la tierra pentagramática y lo hiciera toser moribundo. Los pies corrían como el tren sobre lo blanco del pentagrama y no soñaba pero despierta tosiendo y agitando las manos con cansancio injustificado y silencio estrujante. Agarra el pentagrama y lo canta hermosamente una vocecita proveniente de su memoria. Y no suena ya lastímero y azul. Como quisiera. Suena tan no lastímero y no azul. El polvo blanco no se quita de la nariz una vez inhalado. Sólo huele a arte todo.

Dismorfo.

Los segundos esos en que las cosas comienzan a disipar se... Casi espiritualmente son las cosas, todas las cosas. Disipadas. Más a menudo, muy a menudo, el hormiguear y la disipación y la turbación y los gritos empujan segundos mesas sillas cosas y algos... Les digo: - ...o somos todos espíritu o somos materia. Che! - Les digo! - espíritu espíritu! - materia materia! - Votan con el índice unos y los otros se quedan pensando en la disipación que con la votación quedó relegada: - Y... Y las... Y las Ocasiones? Que no son segundos sino bolas/cuadrados/triángulos/rectángulos/octógonos y que no deberían tener forma porque no son de ojos morfos? Sino de percepciones blanquecinas? Amorfas? Digamos? - Digamos que más a menudo, muy a menudo en las ocasiones hormigueantes el sonido apuñala también; confiadito como si su penetración fuera de hierro caliente a través del oído, el oído, el oído, el oído, el cerebro; viste... Y sin embargo está demasiado poco hierro pa

Casicasi.

Ahí está con los ojos cerrados sintiendo como su presa se le acerca hambrienta y ruidosa (la ingenua). Y ya ha empezado su depredador a relamerse los cachetes con su lengua roja y mojada porque se imagina el éxtasis del momento en que clave sus garras sobre ella. Y ahí un poco más, piensa... Un poquito más, ahí, sí, un poco más, dios,  casi, un poco más! Ya la siente, casicasi mordiéndole el oído pero se quiere asegurar de que la presa lo roce.   Y ahí, en el roce, entonces, mete mano rápidamente. Escucha cómo el bastardo se desinfla iiiiihhhhhh y cae sobre la almohada. Ahhhh, qué momento único para el insomne sujeto que barre la almohada para no dormir con el cadaver del mosquito al lado. Ahí están de nuevo, depredador (con los ojos cerrados a la espera de que algún pariente del muerto se le acerque al cuello) y presa (con incesante aleteo para clavarle al dormido sus 47 dientes y tantear con ellos los deliciosos vasos sanguíneos). Ahí... El malmuerto acercándose

Otoñecer.

Mientras otoñece: - La vie! La vie! - Mientras lo deshoja Libitina. - La vie! -Estás flaquísimo y desnudo - Mientras lo deshoja Libitina. Mientras le crujen los huesos.                                   las hojas. -La vida! Querida! -La pastilla. Mi viejo - Mientras lo deshoja Libitina. Mientras le crujen los huesos.                                   las hojas. Mientras le barren las ropas.                                   las hojas. -Hace frío, viejito. La ropa! La pastilla! - Mientras lo deshoja Libitina. Mientras le crujen los huesos. Mientras le barren las ropas: Enraíza,                ramifica,                                 otoñece.

Los días quietos.

-¡Qué feo día insulso! - Suplican los ojos de ella. Y bajan para ver las manos tibias de té, del otro, que se le acercó hace un ratito. El otro, entre que los ojos de ella suben a seguir escupiendo el día sin cielo, le mira la mano derecha, la que sostiene la cortina. La mano que se le despegó del cuerpo hace una media hora atrás y, por su parte, canta mil inquietudes; porque no sostiene la corti na, la dobla y le quita el aire, de impotencia, seguramente. La mano está gritando también, igual o peor que los ojos; pero no grita por el feo día insulso en sí, sino porque el frío la congela y hace que ya no se sienta mano. No se siente una mano amada, besada, admirada. Hace cuánto no se entrelaza con los dedos de otra, no rasguña alguna espalda desnuda, no estruja y le quita el aire a las sábanas, como lo hace ahora con la cortina. El día está feo e insulso, por de más, quieto. Quietísimo está. Es una homogeneidad grisácea. Lo gris del cielo no son nubes ya; es pintura indeleble. Gene

Pronunciación

¿Y si alguna vez llegara? ¿Y si dejara de acariciarte por detrás con los ojos? ¿Y si dejara de acariciar el aire con las pestañas después de verte? ¿Y si dejara de gustarme que duela? ¿Y si no llorara estúpidamente? ¿Y si no me desnudara para bañarme? ¿Y si fueran mis lágrimas las gotas de la ducha? ¿Y si fueran la lluvia? ¿Y si me viera desnuda? ¿Y si me viera llorada? ¿Y si me viera mojada? ¿Y si tuviera la posibilidad de acariciarte por detrás? ¿Y si al menos con los ojos? ¿Y si al menos con las pestañas? ¿Y si al menos con la proyección de mi vista? ¿Y si nos acariciáramos apasionadamente con los ojos? ¿Y si alguna vez escuchara en tu voz la G de mi nombre? ¿Y si alguna vez llegaras                                          pronunciándome, salvajemente?

Le leí la mente a un tipo enamorado.

"Capaz no está pensando en que cuándo vive o si vive o no, definitivamente ni piensa. - "                           " - eso dice, eso le leo. Eso está arriba y abajo. En su energía. Y hasta su silencio me resulta profundo. Eso dice "quiero, creo, qué qué qué, quién quién, por qué. Qué rico el mate, que rico lamer la vida a veces, que rico no lamer y tragarme la saliva también." Todo eso dice su silencio. Aunque capaz ni es silencio, capaz escribe sus pensamientos con letra minusculita para que gente como yo no la descubra ni la desnude porque es timidita y vergonzosa. Simploncilla. Qué ruido que me hace porque su real silencio serían sus gritos. Si cuando se va está todo quieto y aburrido. Quiero leer lo que queda y son todos: - "Mañana hay que..." - Juan. - "Mañana tengo que..." - María. - "Mañana, fo, mañana..." - Muchos. Ah, como ya la extraño, como ya me..." Y ahí fue cuando se durmió y sus sueños causaron interfe

De lo que un perro pensaba mientras observaba a las palomas comer miguitas de pan.

Es incierto, si los perros desconocen palabras (incluso, tal vez, conceptos) saber lo que un perro pensaba mientras observaba a las palomas comer miguitas de pan. Sólo sé que pensaba porque la cara aplastada contra el suelo y sus ojos redonditos incapaces de pestañear me indicaban que en su mente existían tales pensamientos; que desconozco. Igual me atrevo a decir que, si hubiera sido humano, sus pensamientos habrían cantado algo así como:                                                                   "Lo esencial es invisible a los ojos". Y sería la invención de la frase ya formulada pero aperrunadamente.

Condicional.

Y si te pincho te pincho, te escarbo, te descarno, te pincho, te perforo, te pincho, te penetro, te pincho, permanezco. Y si me duele me duele, me molesta, me reprime, me duele, me vacía, me duele, me encarcela, me duele, váste. Y si ya no la mente no la mente, no la vida, no el alma, no la liberación, no el universo, no yo, no vos, no nadie, no alguno, no represión, no reprimida, no comprimida, no exprimida. Yo no me reprimo, yo no me reprimo, yo no me reprimo, yo no me reprimo y si al fin salís, espectro. Y si ahora y si nunca. -Me duelegusta. -Why, why, why? why? why? why?  -Why not, motherfucker. Yo no me reprimo.

Justo

Hoy que quiero taparte la boca con la palma de la mano me lamés y en el pequeño intervalo en que nos distamos me gritás y yo te entiendo.

Si me dejás

Si te arranco la carne con mis uñas suplicantes que no te encuentran ya hace tiempo. Menos te vayas. Yo eras, vos era, no quiero arañarte la piel. Quiero verte, que no me dejes que no lo hayas hecho ya hace tiempo cuando yo entretenida con mis manos escribientes. Si te hurgo hasta el alma, soltándote entre sangre y órganos; si mis manos y mis uñas escriben sobre vos, sobre tuyo. Te vayas menos. El dolor es placer ahora, ¿sí? El dolor es am-arte, bes-arte, arañ-arte, hurg-arte, and-arte or que ya no vuelvas a mí. Dejar que otra te mate nuevamente y que sea yo.

De las cosas que me recorren.

La gota, no, no, no la gota, cómo me acaricia la nariz, cómo baja y ante el impulso del final, cómo se detiene. Cómo corre hasta caer en la curvita -bajo la nariz sobre la boca-, cómo luego se abre al llegar a la comisura de los labios, cómo se di vi de, cómo ya no es gota, cómo ya es mínimo arroyo y dulcemente me besa, cómo ya deja de correr y yo lo beso.

De las cosas que se me arraigan.

La nariz en curva perfecta y era sólo la silueta por la noche pero igual te deslizaba desde el centro de los ojos la mirada hacia abajo de la nariz con respiración de paz. Y se arrastraba la paz de tu sueño hasta mí. Luego, parecía que no estabas con tu respiración. Y después resulta que sí, no estabas. Incluso, quién sabe, al parecer ni exististe.
- Arte es el principio solitario en el símbolo de A y es arte para siempre en lo continuo de B, para... - ¿Barte? - Besarte.

Perspectiva.

Antes, acostada mientras disfrutaba ver trabajar de cerca a las hormigas, allá, te sonreía con ternura. Y eso que algunas llegaban a picarla. Pero sólo una parte de su dedo. Cuando no quería estar, se iba con las hormigas, en filita, a llevar minúsculas migas de pan. Alzaba la cabeza caliente del sol y te miraba con amor. Tan gigante, vos. Una admirable criatura. Antes, creo que ni ojos tenía pero te acariciaban sus pestañas, de lejos con dulzura. Quería ser minúscula aunque tu dedo la aplastase. Allá abajo. Ella te amaba. Y podía irse con las hormigas y hablar con la voz agudísima de pequeñez. Ahora no te ama.            No tengas la sonrisa                             la mirada                             las pestañas.            No te ama. Nunca va a ser hormiga otra vez, como antes.

S-i-m-p-l-e-s.

Hoy ella me tocó el hombro y me dijo que la escuche. Hoy no hubo susurro dorado de aroma divino. Que no se te cuelen las oraciones al entendimiento. Hoy, cuando leas esto, pensá sólo en leer                                   esto.

Marino.

Te vi asustado por el agua de tu lluvia y quise perfumarte de azul, disfrutaras de las gotas de tu pecho endurecido. Te vi y tu lluvia te asustaba, y te dolía como el agua te quemaba por dentro hasta las uñas de los pies que ante la pesadez temblaban. El perfume azul te envolvía de frescura inmensa, por fuera te rozaba la carne pero en tu nariz perdía el color. Y te envolvía otra vez de azul, el perfume que yo soplaba, y en tu nariz la vida azul perdía. Y tu lluvia perdías a su vez con temor ciego tan tuyo. Y dejaba de gotearte el dolor, para siempre. Y mi perfume, para tu nariz, sin color, sin fresca lluvia; perenne.