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Mostrando entradas de 2011
Te odio tan ausente, tan vacío,  tan tangible, tan no mío. En las vértebras quiebras te odio, en sensación difumino a las llemas agrietadas  de las bellas artes reservadas de Clío. Te odio tan elite, tan escurridizo, tan soberbio, tan poco mío.

Mandar fruta.

El verde odiaba. El color verde. Pero amaba la lechuga, el vegetal. Lo enloquecía. Digamos que. El verde repugnante opacó con más rojo apasionado. Tapó la lechuga con exceso de tomate. Y luego vio que aquellos, los únicos no eran. Se tapó de colores y frescura. De zanahoria y remolacha. Un día, sin quererlo, había olvidado el verde, y su manía por las lechugas. Ensalada se había hecho. Y lechuga seguías vos siendo. Vos sos lechuga repugnante, yo sobras de ensalada. Deliciosa. Ahora parece que estás de moda, lechuga. Blasfemando el verde. Tanto que me enverdé de metáforas baratas, ahora, yo también. Y tengo miedo de mutar a lechuga, a tanta ausencia por doquier de mi yo. A todos aquellas personas ineptas que blasfeman la poesía y toda su hermosa y celestial esencia con recursos baratos y convencionales.

Verano.

Supe que el verano hace estragos en su alma de memorias. Es el verano algo más que querer la sombra de los árboles florecidos en su espacio fértil. Acaba de cubrirse la cabeza con hilachas color mango para no reconocerse como aquella que dejó de ser hace un tiempo atrás. Es el verano la ocasión de todos sus años, de todos sus olores; la fusión de todos esos poemas que se gritan entre sí cada mitad a ambos lados de su cráneo, un par a cada oreja; entonces se siente añeja y en falta con ella misma, y con el amor platónico que no le ha echado visita en este verano sofocante. Supe que el verano le revuelve los miedos íntimos y el estómago endurecido de furia, y de temor a no hallarse cómoda entre tantos lápices. El verano le recuerda que algo le exprimió el cerebro hasta secarlo de palabras. El verano hace que se extrañe de sus manos propias, y eche de menos las letras que fueron suyas en un tiempo. Letras que solían ser palabras. El verano porta olor

Ausencia de creatividad.

   Se observa en su semblante dormitado una sonrisa serena, como si la paz le mojara la frente con un poco de agua tibia. Me gustaría mencionar el resplandor lunar platinado en su silueta, o la caricia del viento de verano sobre sus cortinas de seda, pero nada de eso existe. Siquiera, tal vez, aquella sonrisa serena.    No se dibuja -tampoco- sobre sí una nube de sueños acerca de amplios campos verdes o largos baños, desnudo, en algún arroyo de manantiales frescos. De manera que no existe, pues, aquella sonrisa, ni es otra cosa más que una de sus tantas muecas conformistas.    Es en medio de mi contemplación vaga, cuando luego de un par de movimientos inquietos, logra despertar con la espalda transpirada. Y la frente fría. Y los pies dormidos. De seguro recordó que se le olvidaron sus días de creatividad -o que se le olvidó recordarme-.    Busca desesperado un libro de cuentos... No hay. Busca desesperado sus autitos de carrera... No hay. Y busca muñecos y pelotas, y hasta un papel

In mediam chaos.

Cada sol en medio de la tormenta el viento enreda las hebras de mi cráneo, y desenreda uno a uno mis pájaros al aire inquieto... Entonces soy Eimí, in mediam chaos. -Y durante la oscuridad cuando el goteo cesa escucho el aleteo del resto, que ha quedado en cautiverio.-

La otra lengua.

Me gusta lo profundo: El sueño dentro de los párpados, el pensamiento en poiesis, las miradas cursis, y el amor. La tierra en el océano, el centro de la llama. El ombligo de un embrión, los pies tiesos en la nada. Me gusta lo profundo: La pupila frente al espejo, el artista en creación, el origen de la gota, y el fin de la respiración. Me gusta lo profundo en la otra lengua que no es roja, ni húmeda, ni briosa, y en peligro de extinción. Eimí.

Oficio

A moldearte, a moldearte en curvas sorteando la rectitud aburrida. ¿Quién te enseña? ¿Quién te enseña a saber cuando quien enseña ignora? ¿Quién te enseña? La pared, la piel, el muro en tu cabeza cubierto de moho, es todo lo mismo, y él, que te enseña que es lo mismo desprolijo y tonto, sucio y loco... Como agua a la cordura. ¿Quién te enseña? Más vale suicida que mal acompañado, más vale asesino, que muerto en vida. Más vale poeta que loco, que cuerdo, y que igual a vos. Eimí.

Ocasión caótica.

                                                                                                                                                         en la estrofa de un poema.                                                                 se las lleve y las confunda                                                                        antes de que el viento                                 aunar las letras                           intentando                                                                             Estoy                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                

Vivir de sueños.

Desde siempre lo había soñado: Literatura hasta soñar novelas y poemas. Letras inherentes a su lado indomable. Y entonces cuando de su otra ella hubo por doquier, vivió de eso. Y ahora vive de eso. Vive de sueños. Eimí.

Infancia sabia.

       Tal vez desde siempre se lo había imaginado distinto, pero sin embargo se sintió satisfecha. La elasticidad irreverente  que se había apoderado de su piel, le reveló uno de los tantos secretos de los que la juventud nunca se imaginaría conocedora.  "Enceguecida está la ingenua - pensó la anciana a un metro del abismo - burlándose de la fealdad que se apoderó de mí". Y se lanzó.        Y una vez más alguien se llevó consigo el secreto: Egoísta -o imposibilitada-, la vieja sintió suavizarse en la satisfacción de reconocerse bella de-mente. Eimí.
En la hora en que las palabras abundan en el aire húmedo de las respiraciones, sos mío. Sos mío, en la hora en que  las palabras se apiedran en la garganta, para que hable la piel. Y en la hora también en que la noche me abraza la cintura sobria de tus manos tibias y lejanas, sos mío. Y sos mío, amor, en el adentro hondo y distante del frío, y de la separatidad. Eimí.
Si los labios que te bañaban me negaban en su vapor idiota yo y mis gotas de sal que no advertías en vos. E i m í.

Queda.

Me encontraba   con los ojos iluminados y te aprovechaste de mi destello débil. Supiste que eras vos el brillo. Y yo, ilusa, queriendote hablar sobre el tiempo. Que podré saber yo del tiempo, si sé que el tiempo sos vos. Labios, delicados, esperando incansables la dulzura, y luego del beso, la sonrisa. Sabés que son tus besos mi adicción. Frágil mi mente,   que deja caer   la lágrima que me lesiona interna; porque mi alma sos vos. Y yo, idiota, buscando un porqué, porque no entiendo que no hay lógica; que vos sos todo locura. Tan hermoso cuando me amabas, y ahora cuando lloro, tan hermoso, sentirte en la lejanía. Y aun así,   ¿por qué lastímero? Sólo con sentirte extrañandote, porque olvido que dolor es tu ausencia... Y tu ausencia, la mitad de mi ser, y la otra mitad que se duerme abrazando el lado vacío de la cama. Eimí.

Estilo de mis muertes barthianas.

Yo sé lo que sucederá: Luego de sentirte algo te manchará de azul, de negro o de gris -según la costumbre que te tenga de parir- la blancura, y la blancura, también, de la que está entre líneas. Grises. Y aunque sepa que alguien me critica el verbo de mi verso cuarto, con el agua se irá todo aquello, y vos como sangre desde mí, aunque incolora como mi asesina. Ah... Hipócrita asesina mía... Pulcrizará a todo el manojo de nosotros, y corroerá a todo el manojo de nosotros. Griten! Griten el agua en sus pulmones! Mientras yo sonrío las células muertas que despiden su vida hacia el cementerio de una gota. ¿Acaso no es el fuego el maldito? Esa manera de consumir, incinerar, derretir, consumar carne y papel. Purificar. Bueno, corróanse mientras me purifico. La rapidez del asunto no es la malicia; es la lentitud el prosopon del acto y la masacre de los cuerpos. Pero sé que alguien me critica el verbo de mi verso cuarto: Ahí es cuando agonizo y muero,

En sus universos.

Hombres sabios de la ignorancia, ningún Sócrates supera sus mentes. Es su terquedad la repugnancia que da al conocimiento su muerte. Las palabras necias son armas letales, fiel genocidio de espectros leves... espectros lo vastamente mortales, para ceder que estas se subleven. De nada sirven los ojos que no ven, menos aún los que creen hacerlo... ¿no deberían seguir a Edipo Rey que vio realmente sin tenerlos? Ven luz pulcra en la oscuridad, y la sensatez en la hipocresía. Son los reyes de la mediocridad, y los dueños de una vida vacía. Los marea su paradoja inevitable: "pues es culpable el inocente ajeno y es inocente el evidente culpable". Y se dicen conocedores del remedio. A veces apena su retroceso, disfrazado de avance aparente. Portan el estandarte del antiprogreso, y la voz de un pésimo elocuente. "El estudio no da plata ni poder, ¿de que te crees poseedor entonces?" Mas uds no tienen frutos que verter, son presos eternos de su

Sintexto.

Si alguien hubiérame podido advertir que esto pasaría, esto no estaría pasando. Quizás. (Quizás) Habría descuartizado algo que aún no defino dentro de mí, entre diente y diente. Yo los veo sobre mí, y sobre lo que suelo ser. Y aún no sé si son plural, o si suelen sentirse tan singulares como yo durante las noches, cuando el sol se asoma y yo lo asesino, para que ya no incinere mis tendones fingiendo que me cobija con su calor. Sí, y odio que esto esté pasando sobre mí y sobre el ello flexible; odiándome y odiando la ocasión, en que esto sucede. Nos mata luego, sabe pues que el silencio suele ser mas placentero que el bullicio de nuestros sollozos. Nuestros cadáveres ya no existen, entonces, porque quizás nunca existieron. Esto jamás ha pasado. Esto no está pasando en el instante mismo en que sucede. Eimí.

Aflicción de tu ausencia.

Te extraño... sí, a vos dulzura, tierna pasión que me transporta, fresca sensación que me baña en su sensitiva blancura, muso sensual que me desborda de claros sentidos el alma. A vos único poder abstracto que te cuelas debajo de mi piel, a deleitosa magia que conservas... el incorpóreo y singular tacto, que te hace de mi reino, rey que a este, mi espíritu enerva. Anhelante se vuelve mi esencia al poder de tu escritura en mí, adicta a tu delicioso veneno, que porta muerte en su ausencia. Viciosa de ese, tu sentir, que yo, magnánima celebro. Busca mi ser desesperado refugio en tu sabia melancolía, buscan mis labios el sabor de la savia que han degustado... tu falta que se convierte en agonía, y el desearte en delicado dolor. Ya comprendí yo mi castigo, el del olvido que daño te causó, de no ser yo poetisa fiel de no aceptar yo tus designios... apoderate de mi ser inspiración, aunque no digna yo de merecer. Eimí. Mayo 2010

Y yo, y el alma, y yo

Una lágrima danza lenta la música de una triste melodía, una gota de nostalgia manifiesta acaricia la ventana en lluvia de agonía... Y yo, y el alma, y yo... Un pie difuminado se sienta en frío charco de melancolía, dos labios besan la tristeza del agua roja de una herida... Y yo, y el alma, y yo... El tiempo juega a entorpecer la impaciencia de la interminable espera, la tinta pinta en la piel con el color de la cordura obsoleta... Y yo, y el alma, y yo... en los versos de un poema francés, y yo, y el alma, y yo... hacendo el amor con un abecé, y yo, y el alma, y yo... en la asfixia infinita de un perqué. Eimí. Abril 2010

La unión de Quies y Chaos.

Quies aspiraba la tibieza entre los pastos de su mundo en su voz se sentía la pureza, causa del bullicio moribundo. Chaos como siempre aventurero nadaba entre sus inquietos mares... en él, la rudeza de un guerrero exploraba caóticos lares. Quies ignorante de costumbre no aguardaba el inesperado "toc-toc", ni que alguien de aspecto lúgubre fuera al encuentro de su razón. Cuando puertas de su hermetismo ya su paraíso no encubrieron vio entrar al neto liberalismo que sus orondos ojos jamás vieron. Y Chaos como siempre anhelante, era rey de todo sitio cual visitaba... sus ojos no vieron algo semejante ni en un millón de batallas lideradas. Y la unión no fue de sus miradas sólo común y frenética unión, envolvió el lugar tal llamarada, muy bienvenida para la ocasión. Quies atónita no entendía, su ignorancia no quería entender... Chaos desconcertado fingía, no creía lo que decía creer. Y del primer amor fugaz surgió un odio inentendible de ideales

7

Ay... Cuán macabra puedo ser, sonriéndome la sangre. Tanto que mis uñas son pincel, en el lienzo frágil de la piel, y de la carne. Ay! En el ambiente hostil del arte. Está tiñiendose de ser, y de un yacer sonriente, hasta matarse. Ay! Burlándose mi sed por ella, al alejarse. Desangrándoseme el ser, hasta matarme. Ay... Cuán macabra puede ser, sonriéndose mi sangre. Tanto que sus uñas son placer, en la matanza artística de mi piel, y de mi carne. Eimí.

De vahos a otro tiempo.

Que sencillo era amarte, vida, cuando me veía llorando a carcajadas el tiempo escurridizo entre las grietas de la piel. ¿Qué hubiera advertido mi tristeza? El césped olía sublime y la inmensa palmera me gobernaba. A mí, y a mis pensamientos que se estancaban en las líneas estrechas de las hojas del guayabo, como vagabundos inmersos en el hedor de los callejones polvorientos. ¿Qué hubiera podido destrozar mi cráneo, y despertarme del ensueño? El tiempo no se detuvo, el tiempo es lo que ahora cargo apesadumbrada, cuando me observo, en el antes, olfateando la visual extensa del éter mientras los frutos podridos se agolpaban en mis ojos pariendo larvas blancas, sedientas de carne podrida. Yo putrefacta, y el cielo y el aire, y mis pensamientos, cavando su tumba en la pulpa de las guayabas caídas, rojizas, descuartizadas por el golpe duro contra el suelo rígido. Que fácil era amarte, vida. En el aire, el viento no existía arrastrando las hojas muertas del otoño; como existe ahora el ti

Pero sabio.

Ceguera  Oscura existe la sonrisa inocente que no queriendo ignora desnudez, diéronle una protección inherente al reinado influyente de la estupidez. ¿Y qué pequeño ser humano elige ser valiente cuando domina en su vida la sencillez? Le impusieron limitada inteligencia carente, en la cultura cerrada del "no poder". Despertar ¡Oh cruel esbozo de tristeza repentina! ¡No te esperaba el niño tan temprano! Frío fue el sudor de su joven pesadilla, cuando rauda lo hubo despertado; inesperada y cruda la llegada matutina de la realidad que lo dejó atontado... ¿Y qué fue del ingenuo que sonreía? ¿Y qué fue de su universo disfrazado? Shock Camina ahora, el pobre, sollozando que su mundo de burbuja se pinchó... roza a Kalumeno, el vendado, que ahora es más de uno, más de dos. Es el no niño, un fantasma aislado que va contra su rumbo anterior, intenta realzar el tono cromado, con mil veces "puedo", y mil más de "no". Contradicción Se detiene, se sienta, se sient