Me encontraba con los ojos iluminados y te aprovechaste de mi destello débil. Supiste que eras vos el brillo. Y yo, ilusa, queriendote hablar sobre el tiempo. Que podré saber yo del tiempo, si sé que el tiempo sos vos. Labios, delicados, esperando incansables la dulzura, y luego del beso, la sonrisa. Sabés que son tus besos mi adicción. Frágil mi mente, que deja caer la lágrima que me lesiona interna; porque mi alma sos vos. Y yo, idiota, buscando un porqué, porque no entiendo que no hay lógica; que vos sos todo locura. Tan hermoso cuando me amabas, y ahora cuando lloro, tan hermoso, sentirte en la lejanía. Y aun así, ¿por qué lastímero? Sólo con sentirte extrañandote, porque olvido que dolor es tu ausencia... Y tu ausencia, la mitad de mi ser, y la otra mitad que se duerme abrazando el lado vacío de la cama. Eimí.