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Mostrando entradas de marzo, 2014

¿Garganta es una bella palabra para nombrar este poema?

¿Por qué no mencionarlo con miedo y cavar un agujero que me trague para siempre? Por qué ahora mismo no me vuelvo loca y te menciono cómo cómo cómo cómo cómo cómo cómo cómo cómo ¡quién! Quién está debajo de la planta de mis pies. Quién me menciona mientras soplo suavecito una hormiga izquierda en la palma izquierda de mi mano izquierda. Y ¿cómo? Cómo pedirte perdón cuando la simple mente no sabe ya cómo besarte y cae su peso llorón sobre los acariciadores pastos que es el centro de tu pecho. Cuando estaba loca cuando estaba loca me gustaba arrancarte algunos pelos verdes pelitos y yo ¿cuándo? ¿Cuándo dejé de acariciar el lado áspero y claro de tus verdes hebras?  Cuando el sol sobre nuestro pequeño abrazo me aclaraba hasta parecerme al aire. Cuando estaba loca me mencionabas mucho y tu mención me hacía transparente y me arrastraba hasta el agua con el viento y ya en el agua salpicaba con énfasis a los niños en verano. Y dónde

¡No leí nada!

El viejito debe estar a medio cuento, sí lo escucho, mirá, con los labios finitos para adentro y la voz arrugada: - ... entonces no lo vio venir y no sabía cómo iba a hacer después para no hacer lo que le decía la rubia...- Mientras (can ta ven y can ta que la-vi-daes-buena no...) esto que me aturde    (...te...) no es canción  (... hagas...) y yo tampoco (...problema ven) ¡ya quiero dormir!   Suben y bajan y ya estoy soñando cruzo la calle y a la vez siento el beso del viejito sobre mi frente tibiecita. Hasta mañana abuelito te saludo desde la vereda de la verdulería de mi sueño. Esto nunca escucho: - Hasta mañana chiquitita, mañana lo terminamos.

Se me cayó el tono en la avenida y no lo recuperé más.

Qué quiero escuchar qué quiero escuchar qué quiero escuchar mientras me sueno los dedos qué quiero escuchar sister midnight sister moon con el frasco de dulce de mamón al lado y la cuchara ¡divididos! no pudo qué quiero escuchar con dulce de mamón enfrascado dedos pegajosos no soy una más que escribe lo de siempre ¡qué quiero! escuchar musiquitas que no tengo en la cicatriz de la mano y el indio no me habla ¿¡en guaraní!? con los anteojos redondos y ¿¡no pudo?! ni sus notas aturdidoras ¡qué! quiero escuchar ¡qué quiero escuchar! ¡qué quiero? ¿escuchar! for the price of a muffin en el solou del sultán si el azúcar se me disolvió en la lengua si el mamón se calentó toda esta cosa letrosa perdió la tonalidad ¿o se la vemos? ¿o le subimos la pollera? pero si nu'ay músi ca'cá nu'ay música qué silencio átono quiero escuchar. No tengo musiquitas.

Dos chiquititos.

                                                                                                                                        A mi bebé Ruli. Yo era chiquita todavía y más flaquita un poco también si venía un vientito demasiado fuerte él me arrastraba hasta la hoja donde los árboles terminan y desde ahí entraba profundo hacia la raíz donde los árboles comienzan. Podrían pensar que un día no iba a contar el cuento y me quebraría pero ahí en la raíz, un día de esos previos a las bufandas, lo encontré a él chiquitito y quebradizo como yo y no sé cómo pero salí fuera y era como Hércules con un pequeño ser entre los brazos. Llorábamos un poquitito los dos. Por miedo. Y al dejarlo en el suelo él se hizo grande pero sin saber que siempre siempre siempre hasta cuando no lo viera él, sería mi bebé. Si tengo que ayudarlo a subir las escaleras con la cadera torcida lo voy a hacer. Hasta cerrar sus ojitos (siempre entre mis brazos fuertes) el día en que un vi