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Estilo de mis muertes barthianas.

Yo sé lo que sucederá:
Luego de sentirte algo te manchará de azul,
de negro o de gris
-según la costumbre que te tenga de parir-
la blancura,
y la blancura, también, de la que está entre líneas.
Grises.


Y aunque sepa que alguien me critica el verbo
de mi verso cuarto,
con el agua se irá todo aquello, y vos
como sangre desde mí, aunque incolora
como mi asesina.

Ah...
Hipócrita asesina mía...

Pulcrizará a todo el manojo de nosotros,
y corroerá a todo el manojo de nosotros.

Griten!
Griten el agua en sus pulmones!
Mientras yo sonrío las células muertas
que despiden su vida
hacia el cementerio de una gota.


¿Acaso no es el fuego el maldito?
Esa manera de consumir, incinerar, derretir,
consumar carne y papel.
Purificar.

Bueno,
corróanse mientras me purifico.

La rapidez del asunto no es la malicia;
es la lentitud
el prosopon del acto y la masacre de los cuerpos.

Pero sé que alguien me critica el verbo
de mi verso cuarto:
Ahí es cuando agonizo y muero,
y justo al comenzarse la acción.

Estoy pura y muerta y fétida.
Que rico, que placer.

Yo sé lo que sucederá:
Mi muerte una y mil veces.

Un cadáver pulcro
con la piel añeja de empaparse,
el otro sangrante
y con la razón difuminada en el tinte.




Eimí.

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