- Cómo cae la tarde, Dorita, ¿viste? - Con asombro, como si ambas se estuvieran yendo con la tarde, tras el vidrio del colectivo. Afuera los campos que rodean Jubileo van quedando negros y ambas octogenarias parecen abandonar el viaje a Paraná en el pavor ante el advenimiento de la noche y el rocío. Como si de la muerte misma se tratara.