Mensis
Una noche inmensa en el día del padre de todos los hombres, atormentada
yo, hija de la sexuada virgen, decidí internarme frente a su siempre impuro
llamado, bajo las transparentes aguas
de mi lluvia artificial. Yo, su siempre adorada hija -sexual, rebelde,
malquerida por
el padrastro-, me vine a parir el dolor y la sangre a los húmedos azulejos
de
mi casa pequeña, para gozar mi condición. El desgarro del parto
se sentía en las paredes del bajovientre como los rasguños
odiosos de dos manitos mínimas, que para nada me
querían. Por debajo como buscando el aire
surgía el finito hijito de sangre que
encontraba no obstante el agua
y con ira frente al suplicio
yo lo veía mientras,
no nacer.
En la
mente
como
madre
de otro
no nacido
impura,
asesina
y mujer
acaricié
primero
mi pecho
y con la voz
bonachona
del Señor
privilegiado
me flagelé
por dentro
con palabras
el cerebro
y recordé
la libertad
de los paños
sangrientos,
sucios de
bebés que
con desprecio
arrojé a la
basura.
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Mens
Fértil
ser de vida doy más a luz su negación, que su esencia.
Y por
cada hilito de sangre cortando la transparencia del agua
amo en la
mente siempre a los hombres
que so
pretexto de protegernos
nos
despreciaron.
-¡Hijos
míos!
- Abbá
abbá
-¡Hijos
nuestros!
El
desprecio fue Su gran mandato y ahora en la lucha, se redime.
Sin abnegación
y sin silencio, en las tetas se consigue
a menudo
el calorcito misericorde y
reconfortante
de su siempre
inmenso ser.
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Mene
Humano,
vos,
hermano
¡Vení,
humanitito!
Tomá,
pequeña
partícula de polvo,
mi mano
hermana
plateada
de luz lunar.
Sentí
mis dedos
hermanos,
rojos de
placer
-te
contagiarán el pavor
del
futuro adolecer-.
Humano es
temer,
tomar, sentir,
parir.
Ser la
sangre
que
mancha tus manos
tu
almohada, tus sábanas,
blancas
de luz lunar.
Humano es
contagiarte
¡Parir! Hermanito:
te quiero
verme
amorosamente,
así como
mirás,
particulita
brillante de polvo,
los rayos
de la luz nocturna
donde se
mueve tu débil
y
masculina
existencia.
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