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Escondites.

En la ducha a veces lo escondo yo
y puedo meterlo en la rejillita donde el agua se fragmenta
para verlo gritar de dolor
y hacerse mil gotitas a la vez. En un segundito nomás
cae y me goza la piel
va resbalando con fiereza
en el cuerpo que se le burla
para unirse y desaparecer
en el drenaje que lo ensucia
y después
después
lo que más amo es que me lo esconda
en la boca, en el oído,
en la espalda, el cuello
y la cintura
y en los pechos
y entonces cuando despierte
y vea la hora en mi celular
vuelva a estar el tiempo encerradito ahí
en un minúsculo relojito digital
a las 5:00 am
existiendo existiendo existiendo existiendo








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