Ir al contenido principal

Se me cayó el tono en la avenida y no lo recuperé más.

Qué quiero escuchar qué quiero escuchar qué quiero escuchar
mientras me sueno los dedos
qué quiero escuchar
sister midnight sister moon
con el frasco de dulce de mamón
al lado y la cuchara
¡divididos!
no pudo
qué quiero escuchar
con dulce de mamón enfrascado
dedos pegajosos
no soy una más que escribe lo de siempre
¡qué quiero! escuchar
musiquitas que no tengo en la cicatriz de la mano
y el indio no me habla ¿¡en guaraní!?
con los anteojos redondos y ¿¡no pudo?!
ni sus notas aturdidoras
¡qué! quiero escuchar ¡qué quiero escuchar! ¡qué quiero? ¿escuchar!
for the price of a muffin
en el solou del sultán
si el azúcar se me disolvió en la lengua
si el mamón se calentó

toda esta cosa letrosa perdió la tonalidad

¿o se la vemos? ¿o le subimos la pollera?

pero si nu'ay músi
ca'cá
nu'ay música
qué silencio átono quiero escuchar.
No tengo musiquitas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿O no es tu memoria, también, esperpento y autoficción?

<< A mi otra yo, que me acompañó los últimos cinco años . A quien despido con esto . Y amo . >> <<Once there was a little girl used to wonder what she would be went out into the big wide world now she's just a memory>> Mark Knopfler Prólogo No es casual que a este breve poemario lo integren ocho poemas (además de las intervenciones de los Corifeos): Las arañas tienen ocho ojos y ocho patas y, para varias culturas, son   el símbolo de la evolución, del crecimiento y la sabiduría del destino que construimos. Y viene a cuento también por dos razones: El sentido del conjunto, desde la dedicatoria “a mi otra yo que me acompañó los últimos cinco años…” o, el epígrafe, donde cita al músico Mark Knopfler: “Había una vez una niña/ que se preguntaba qué sería salir al gran mundo/ ahora ella es solo un recuerdo” (la mala traducción es mía); recorren algo así como lo que en biología se conoce como la “muda”, la renovación de los tegumento...
Veíamos a Cobain destrozado y me daba los besos más sinceros en el suelo sin sombras que nos arrastraran los pensamientos. Llamábamos los sonidos y el olor a los sueños de triunfar con las tripas en una ciudad tal vez inventada, apretando los párpados, fuerte, aferrados al instinto. Desde el piso frío igual que a los 13 me elevaba la imaginación y la vida, sin importarme llegar al final deformada y con los párpados grisáceos y sola como empecé. Como si fuera parte del sueño también el meter la llave en la cerradura mojándome con la lengua el labio superior para no despertar a nadie o volver con los pelos revueltos sin un poquito de vergüenza porque nunca a nadie una boca le puso tan cerca de la nariz la incertidumbre, hasta el punto de poder oler el futuro en el propio aliento excitado.

Sola

  Me gusta una solera de los '90 que era de mamá o porque era de mamá Usarla en enero en enero cuando a la noche se pone fresquito y la tela no se me pega a la piel y se sienten como frescas las flores medio desprendidas del vestido medio idas al trago Hay un segundo aire en el roce del ruedo sobre los tobillos el estampado no se renueva y toda la vida es el mismo enero aplastado en la espalda sola que a veces parece diferente