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Perversión en la sonrisa.

En el transcurso de mis
dedos ácidos encebollados y
mis ojos ardientes del llanto químico
lo feliz me envuelve el cuerpo entero.
Con sus manos
alza los músculos siempre celosos de mis mejillas
y asoman apenas tímidos,
los dientes.

Afuera es la sonrisa radiante.

En el curso de mi danza feliz
solloza la soledad
en el pecho duro.
Los ojos brillan
sonríen pero los dientes
no aparecen.

Quién no ansiaría apenas
un suavecito abrazo en la cintura desolada.
Un beso dentado sobre la yugular ya encarneviva.
Un erotismo perverso y asesino.

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