En la ducha a veces lo escondo yo y puedo meterlo en la rejillita donde el agua se fragmenta para verlo gritar de dolor y hacerse mil gotitas a la vez. En un segundito nomás cae y me goza la piel va resbalando con fiereza en el cuerpo que se le burla para unirse y desaparecer en el drenaje que lo ensucia y después después lo que más amo es que me lo esconda en la boca, en el oído, en la espalda, el cuello y la cintura y en los pechos y entonces cuando despierte y vea la hora en mi celular vuelva a estar el tiempo encerradito ahí en un minúsculo relojito digital a las 5:00 am existiendo existiendo existiendo existiendo